¿Dónde quedará ese gimnasio…?
A Tony le disgusta últimamente su gimnasio, no se podía hacer nada sin que hubiera un gentío mirándolo. Sabía que todos esos tipos esperaban su turno en la máquina, ¿pero tenían que quedarse viendo mientras la usaba? Y a algunos como que les emocionaba la idea de ejercitarse ya, porque se les marcaban los paquetes bajo los shorts, incluso había humedad en algunos que no sabía si era sudor o no; aunque eso también le pasaba a él cuando se exigía al máximo. Carajo, el de la derecha como que encontró una falla entre sus muslos, lo estudiaba como si hubiera algo no del todo bien… ¡Que mortificante!, pensaba el inocente Tony.
Julio César.
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